miércoles, 10 de noviembre de 2010

Recordando el nomenclátor de calles durante la guerra

Ahora que la pintada de homenaje a Miquel Pedrola ha recuperado su transcendencia hay gran expectación por ver como poco a poco se descubren más trozos de historia de la época ya que ese particular homenaje  no fue un hecho único sino que formó parte de un amplio movimiento.
Parece que entre  enero y septiembre de 1937 se produjo una avalancha de peticiones a la Generalitat de cambio de nombre tanto de pueblos como de calles en Cataluña. Se intentaba así reforzar el sentimiento colectivo de reconocimiento a todos aquellos símbolos que daban sentido a la lucha y, también, diluir todos aquellos nombres que tuviesen algo que ver con temas religiosos y otros vestigios del antiguo orden.
A través de libros de interés como Carrers de Barcelona: com han evolucionat els seus noms de Josep M Huertas y Jaume Fabré descubrimos que la calle Sant Elm se denominó Amadeu Colldeforns, político que murió en combate el 19 de julio. La calle Almirall Aixada se dedicó al piloto Cabré Planas, el primer aviador republicano que cayó en el frente de Aragón. La calle  del Marqués de  la Mina se dedicó al Capitán Arrando, que cayó luchando cuando se dirigía a defender el edificio de Capitanía. La calle Rector Bruguera pasó a llamarse de los Guardias Salvat y  Manzano, en honor de Palmiro Salvat Mir y Enrique Manzano caídos en el alzamiento. La calle Soria se transformó en la calle Anarquistas y la calle San Carlos tomó el nombre de la Columna Durruti-Farràs que partió de Barcelona con el objetivo de recuperar Zaragoza. Por poner algunos ejemplos.


 

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